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«Picasso.- Doña Juana»

La obra anterior pertenece a la etapa cubista de Picasso. Las obras de este período son fáciles de reconocer porque desaparece la perspectiva tradicional y se tratan las formas por medio de figuras geométricas.

En este tipo de obras se crea un nuevo lenguaje pictórico y estético que implica una relación novedosa entre el espectador y la obra. El espectador no puede contemplar la obra sin más, si no que debe reconstruirla en su mente para poder entenderla. Por eso la descomposición de las figuras no es casual, está muy estudiada para permitir su perfecta recomposición mental.

Como en todos sus retratos, Picasso,  utiliza un lienzo con un formato vertical. Este formato es el ideal para la representación de personas. El elemento principal de la composición, que es el retrato de la mujer, ocupa un primer plano y por detrás de ella podemos ver un fondo bastante difuso, no sabemos qué elementos son los que lo componen. El espacio compositivo de este cuadro es abierto porque el campo de acción se extiende más allá de los bordes del soporte. La mujer representada en el retrato no está totalmente contenida en el lienzo, sólo podemos ver su rostro y parte de su torso. Se nos muestra como un encuadre y esto nos permite acentuar la importancia del objeto representado.

No es una pintura realista, si no que lo que se intenta es potenciar las partes más significativas de la figura, reduciéndola a sus formas geométricas más puras para la fácil lectura de las mismas. Esto podemos verlo claramente en la cara de la mujer, pues toda ella está dividida en formas diferenciadas por las luces y las sombras.  En algunas zonas también por líneas de color negro.

No se utiliza un degradado para pasar de las luces a las sombras, si no que los cambios son bruscos. La zona de la derecha de la cara está pintada principalmente con tonos marrones oscuros, grises, ocres y algún blanco para resaltar las zonas donde incide directamente la luz. Sin embargo en la zona izquierda de la cara dominan los colores más claros, como amarillos, ocres, blancos…

En el ropaje, no se utiliza tanta variedad cromática como en la cara porque se intenta que llame menos la atención. También este, está representado con figuras geométricas delimitadas por líneas y rellenadas con tonos más oscuros y más sucios que en el resto de la composición.

El fondo está compuesto por diferentes cuadrados irregulares coloreados con tonos similares a los que se usan en el retrato, pero utilizando más cantidad de gris para que pasen a un segundo plano y no sean tan llamativos.

Teniendo en cuenta lo anterior podemos llegar a la conclusión de que  la paleta utilizada en las obras cubistas es muy reducida. Predominan principalmente los grises, marrones, verdes y amarillos.

En la composición la figura y el fondo deben entenderse en planos diferentes e independientes, constituyendo así un claro ejemplo de traslapo.

En definitiva, este cuadro es una obra simple, ya que las formas tienen significado denotativo, es decir, claro y único para todos los destinatarios.


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